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7 de noviembre de 2013

Cómo una actividad creativa puede convertirse en una meditación activa

Hoy me gustaría hacer un recorrido por algunas palabras que seguramente todos conocemos e incluso utilizamos para definir un estado íntimo por el que transitamos o desearíamos transitar.

Estas palabras son: Meditación, Concentración, Inspiración, Arte… Comenzaremos por definir cada una de ellas de la manera más corriente.

Por Meditación solemos definir a una práctica contemplativa o de recogimiento interior; es un estado de atención concentrado sobre en un objeto externo, sobre la propia conciencia o el propio estado de concentración, donde la mente se aquieta y logra estar totalmente presente en el instante presente.

En cambio, se entiende por Concentración al estado mental o proceso psíquico que se realiza por medio del razonamiento y que permite reflexionar sobre una sola cosa, manteniendo la atención en ella, sin que nuestro entorno u otros objetos nos distraigan.

El término Inspiración (literalmente “recibir el aliento”) fue variando en cuanto a su definición a lo largo de la historia, pero comúnmente se lo suele asociar a un momento en el cual se perciben sensaciones o pensamientos sorprendentes por sus virtudes; un estado capaz de hacer nacer en nuestro ánimo o nuestra mente afectos o ideas celebradas por su singularidad.

Por último, cuando hablamos de Arte, en general nos referimos a una actividad o producción mediante la cual se expresan ideas, emociones o una visión personal del mundo, realizados con una finalidad estética o comunicativa por medio de diversos recursos, ya sean plásticos, lingüísticos o sonoros.

Ahora que hemos definido brevemente estos conceptos, quisiera invitarlos a reflexionar sobre ellos relacionándolos entre sí y definiendo esta unión bajo el concepto de meditación activa. ¿Alguna vez se han sentido parte de la armonía de este maravilloso estado? A veces, y casi sin querer, descubrimos que nos hallamos en una situación semejante al dejarnos llevar por una actividad creativa sin prejuicios ni preconceptos...

Si bien hay muchas actividades en las que uno puede experimentar este estado, una de ellas puede ser la de dibujar, ya que no es necesario más que un lápiz y un papel para desatar nuestra imaginación y encontrar infinidad de grises entre el blanco y el negro, dejándose llevar por el trazo sin buscar la perfección, y jugar con los colores caprichosamente, concentrados en cada detalle para luego alejarse del dibujo a fin de apreciarlo en su conjunto, y hacer danzar las formas unas con otras al crear nuevos espacios donde expresar nuestra sensibilidad e intuición… y estar ahí simplemente estando ahí, totalmente presentes en el contacto con los elementos, con la mente despejada y los sentidos abiertos.

Helena Líndelen


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Helena Líndelen © 2013, Profesora de dibujo y pintura de Mandalas www.helena-lindelen.blogspot.com Todos los derechos reservados.

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